Mientras el ajolote se convierte en un icono global, una estrella den laboratorios de todo el mundo, una mascota exótica y hasta un personaje en Minecraft, su único hogar natural del planeta está a punto de desaparecer. La última vez que se hizo un censo exhaustivo, en 2014, los científicos solo pudieron encontrar 36 ejemplares en los canales de Xochimilco, al sur de Ciudad de México. Una década después, la búsqueda ha comenzado de nuevo y es una carrera contrarreloj para salvar a este anfibio.

La pregunta es si queda alguno. En el año 1998, las aguas de Xochimilco albergaban 6.000 de estas criaturas por kilómetro cuadrado. Para 2008 esta cifra se había desplomado a 100. Ahora, la pregunta que se hacen los científicos del Laboratorio de Restauración Ecológica de la UNAM es si aún queda uno con vida en este ambiente.

Una búsqueda entre redes y ADN. Cada amanecer, mientras una niebla mágica se levanta de los canales, Basilio Rodríguez, un antiguo pescador de la zona, lanza su atarraya al agua. No busca peces para comer, como hacían sus antepasados, sino al ajolote, un animal que él mismo recuerda como un manjar: «terso, suave, jugoso, muy rico». Pero hoy, las redes suben una y otra vez con la misma decepcionante captura: carpas y tilapias, dos especies invasoras que son, en parte, culpables de esta historia.

Pero la pesca tradicional no es la única estrategia que están siguiendo. La gran esperanza está depositada en una técnica innovadora como es el análisis de ADN ambiental. Para llevarla a cabo, los científicos recogen muestras de agua para buscar los rastros genéticos que el ajolote deja a su paso. Y es que es una de las oportunidades que tienen en su frente al no haber encontrado ningún ajolote.

Un anfibio con capacidad regenerativa. El ajolote es un animal extraordinario. Es famoso por su neotenia, es decir, la capacidad de permanecer en estado larvario durante toda su vida. Esta eterna juventud, ligada a sus células madre, le otorga un superpoder que fascina a la ciencia: la regeneración. Si pierde una pata, un trozo de cerebro o de corazón, es capaz de regenerarlo por completo en cuestión de horas.

Una especie frágil que va hacia el abismo. Hay diferentes factores que influyen en la desaparición de esta especie. La primera de ellas son las especies invasoras que han invadido su ecosistema. Las carpas han devorado los huevos de ajolote, mientras que las tilapias se comen a las crías y compiten por el alimento. No menos importante es la destrucción de su hogar, ya que la calidad del agua de Xochimilco se ha deteriorado drásticamente por la urbanización, los pesticidas de la agricultura y la contaminación.

El ruido y el turismo también es algo que puede ser letal para estos anfibios. Al ser unos animales nocturnos que aman el silencio, la presencia de humanos en su hábitat natural haciendo fiestas flotantes hace que su lugar ‘feliz’ se convierta en un lugar imposible para ellos.

Famosos en el mundo y ausente en casa. Mientras su población salvaje va desapareciendo, el ajolote está viviendo una explosión de popularidad global. Su capacidad regenerativa es clave en investigaciones sobre el envejecimiento y el cáncer. Su aspecto adorable lo ha convertido en un producto de merchandising: camisetas, llaveros y peluches.

Pero los expertos advierten. Tener miles de ajolotes en cautiverio, muchos de ellos albinos y modificados para la investigación, no salvará a la especie. La clave es restaurar su hábitat, una tarea titánica que costaría unos 30 millones de euros, según el investigador Luis Zambrano.

El plan de rescate ya se prepara. Ante la imposibilidad de limpiar todo Xochimilco de golpe, el equipo de la UNAM ha puesto en marcha un ingenioso plan B: crear refugios para ajolotes. La idea es colaborar con los chinamperos, los agricultores locales que cultivan en las islas artificiales.

El proyecto consiste en restaurar las chinampas y rodearlas de fosos y filtros que impidan el paso de las tilapias. En estas pequeñas arcas de acuáticas, se podrían introducir ajolotes criados en cautiverio con una genética lo más pura y parecida posible a los ancestros salvajes.

Ya buscan dinero para llevarlo a cabo. Para financiar este nuevo proyecto, la UNAM lanzó la campaña «Adopta un Axolotl». De esta manera, por unos 30 euros, cualquiera podía adoptar virtualmente a uno de los 140 ejemplares que viven en el centro, ponerle nombre y ayudar a financiar la creación de estos refugios. Algo que les dio unos ingresos de cuatro millones de pesos.

Son muchos los animales en peligros de extinción. Además de los ajolotes, en España este es un problema que también está presente, como en el caso de Canarias, que es considerada como la comunidad con más especies en esta situación. Los responsables pueden ser otros animales, pero también los humanos, como ocurre en Brasil.

Imágenes | Mattias Banguese

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La noticia

La última vez que miramos quedaban 36 ajolotes libres: así están trabajando los científicos por encontrar a todos los que quedan

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José A. Lizana

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