Microsoft y Apple definieron el segmento del PC y lo convirtieron en una commodity. El ordenador se convirtió en algo estándar, común y fácilmente intercambiable, sin demasiada diferenciación. Quienes acabaron ganando esa batalla, no obstante, fueron Microsoft e Intel, que se llevaron buena parte de los beneficios.

Luego llegaría el móvil. Está claro que quienes han ganado este segmento han sido Apple (con iOS) y Google (con Android), pero cuidado, porque quienes lo definieron fueron dos empresas. La primera, la citada Apple, que además triunfó con el paradigma de la App Store y ha acabado llevándose cerca de la mitad de los ingresos. La segunda, una empresa en la que quizás no muchos hubiérais pensado: Amazon.

El gigante del comercio electrónico acabaría impulsando la nube con sus Amazon Web Services, y también acabó convirtiendo esa nube en otra commodity. Y como ocurrió con Microsoft y el PC o con Apple y el móvil, Amazon acabó acaparando buena parte de los beneficios de la nube. Una nube a la que accedemos constamente (por ejemplo, a través del iPhone), pero a la que ni siquiera prestamos demasiada atención: está ahí y funciona, como antes el PC y ahora el móvil. Como explicaba el analista Ben Thompson en Stratechery, son todo commodities.

Pues bien, hay quien espera que la IA se acabe convirtiendo en otra commodity. Que este segmento por el que ahora compiten multitud de empresas acabe convirtiéndose en (quizás) un duopolio como el que crearon Microsoft e Intel en el PC o Apple y Google en el móvil. Los modelos fundacionales son el nuevo PC/móvil, y aunque hay candidatos fuertes para acabar ganando esa carrera, todo está aún por definir.

La IA como commodity

Y ahí es donde entra en juego GPT-5, que quiere ser algo así como la App Store de Apple o el AWS de Amazon: esa plataforma que la convierta en la empresa que defina la carrera de la IA y consiga ganarla. Y que con el tiempo también influya en esa conversión de la IA en una commodity.

Con este lanzamiento OpenAI se juega mucho. Sam Altman lleva años viviendo de dos cosas. Por un lado, del éxito de ChatGPT, un producto destacable, pero de momento no revolucionario. Por el otro, sobre todo, del hype. De promesas y de momentos wow como el que nos brindaron con GPT-4o o con las imágenes estilo Studio Ghibli.

Porque insistimos, ChatGPT es un buen producto que ha demostrado ser útil como asistente en todo tipo de tareas, pero sobre todo en la programación. Ha desatado una fiebre insólita por la IA generativa y los centros de datos, y ha hecho que multitud de empresas confíen su futuro —o más bien lo apuesten— a esta tecnología. Pero revoluciones, de momento, pocas.

Las comparaciones con fenómenos como el del PC, internet o el móvil son inevitables. Y en todos ellos el discurso y la evolución fueron similares. Hubo dudas y escepticismo al principio, apuestas exageradas después —hola, burbuja puntocom— y, en efecto, revolución. Y se espera que con la IA pase algo así, aunque de hecho los más devotos de esta tecnología afirman que esto irá aún más allá. Otros, mucho más escépticos, creen que esto es una burbuja que acabará explotando… aunque de ella pueda acabar derivando la verdadera revolución, como pasó con internet.

Tanto si hay burbuja y explota como si no, GPT-5 es para OpenAI un modelo clave para su futuro. Y la paradoja de este modelo es que la empresa necesita el salto más grande de la historia de la IA justo cuando más imposible parece. Está por ver lo bueno que es realmente el modelo, pero la empresa no puede sufrir otro fiasco como el de GPT-4.5 o su reputación saldrá muy dañada.

¿Conseguirá OpenAI con GPT-5 y la IA lo que ya consiguieron Microsoft, Apple o Amazon en sus respectivos segmentos? Esa es la gran pregunta. Y tendremos que esperar un poco para responderla.

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La IA ha sido hasta el momento un simpático accesorio: con GPT-5, OpenAI quiere colocarla en el centro de todas las cosas

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Javier Pastor

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