Hace unos meses contamos que España era cada vez más verde. No nos referíamos a las renovables, sino a los espectaculares efectos de una primavera excepcionalmente lluviosa que alejaba los fantasmas del pasado. El problema era lo que pasaría después de esas lluvias y si la sequía volvería a llamar a la puerta. Ahora estamos en un escenario totalmente distinto: olas de calor que se encadenan y, como cada verano de los últimos años, la lucha contra los incendios. Pese a todo, y al cambio climático, la NASA muestra que Andalucía es hoy más «verde» que en los 90.

Y no es para estar demasiado entusiasmados.

En corto. España es un país con unos cambios drásticos de microclimas de los que depende la flora. En el sur de la península, son los bosques mediterráneos los que ocupan un 26% de Andalucía y las condiciones de gran parte del suelo han hecho que pinos y encinas sean las especies dominantes, ya que se adaptan bien a zonas sin cobertura vegetal.

Andalucía es un buen escenario de estudio debido a que el cambio climático dibuja con claridad sus efectos, como la temperatura media al alza, las lluvias en retroceso y el aumento de la aridez. Y, como vemos en Phys, un equipo de investigadores ha publicado en Ecological Indicators cómo han respondido estos bosques durante los últimos 30 años.

Herramientas. Para el análisis, los investigadores se sirvieron de más de 5.000 imágenes satelitales capturadas entre 1994 y 2021 obtenidas gracias a Landsat 5 y Landsat 7, de la NASA. En total, analizaron 2.358 parcelas que compararon con datos de Google Earth Engine y crearon un índice de “verdor” medido por NDVI.

Son las siglas de ‘Normalized Difference Vegetation Index”, una forma de cuantificar, a través de imágenes satelitales o sensores remotos, cuánta vegetación viva hay en una zona. En definitiva, es algo que indica la cantidad y el vigor de la vegetación, siendo una herramienta muy usada en estudios de agricultura, gestión de recursos naturales o los asociados al cambio climático.

Los cuadraditos negros representan las 2.358 fincas analizadas. En las zonas más dependientes de la agricultura, los efectos son mucho más limitados

Qué vemos. En general, excepto el eucalipto rojo, todas las especies han mostrado un aumento en este valor de NDVI, algo que apunta a un reverdecimiento sostenido. En árboles como encinas, alcornoques y pinos, el máximo momento de actividad se concentra en los meses suaves de invierno, cayendo en los veranos. Y el castaño, que es la única especie caducifolia del estudio, opera al contrario.

Los efectos del cambio climático y la aridez tienen un papel decisivo en estos ciclos, alargando el periodo de actividad del pino carrasco y el resinero en los lugares más secos y acortando la de otras especies de pino, como el silvestre, y la del olivo silvestre. Entre 1994 y 2005, el crecimiento de estas especies fue evidente, y siguió su curso de 2005 a 2021, aunque a una velocidad más moderada.

¿Por qué? El resultado es que, el territorio verde es ahora más verde y la conclusión es que muchas especies han mantenido o aumentado su cobertura verde. Hay varias explicaciones, y muy diversas. El pino carrasco o la encina están diseñadas para soportar el calor y la sequía, lo que les permite seguir activas cuando otras especies bajan la actividad. Aquí ha jugado un papel las políticas de reforestación y regeneración natural, así como factores globales como el aumento del CO₂ atmosférico que actuaría como fertilizante.

También hay factores relacionados directamente con la actividad humana, como un progresivo abandono de tierras de cultivo en ciertas zonas que ha favorecido la regeneración natural del bosque, así como cambios en el uso del suelo, como la disminución de la presión ganadera que reduce la degradación del sotobosque.

Asimismo, hemos influido al contrario, como ocurre con un alcornoque, del que extraemos corcho periódicamente, limitando la regeneración del árbol.

Matices. El estudio es muy útil para ver la situación actual del bosque mediterráneo andaluz, pero también para observar cuáles son las especies más resilientes y las que mejor se adaptan a condiciones cambiantes y a una aridez rampante. Y la conclusión del estudio es que las cosas no van bien, pero debido a esa resiliencia de algunas especies y, a pesar del aumento continuo de las temperaturas medias anuales, la mayoría de especies no demostraron una relación entre las métricas fenológicas y ese aumento de temperatura.

Y, quizá, lo más importante es que más verde no equivale a una vegetación más sana, ya que intervienen diversos factores (naturales y humanos) y vemos que ese reverdecimiento no es nada uniforme, con un sur y este más seco en los que apenas crece la vegetación. Pero bueno, como apuntan los investigadores, ver qué especies son más resistentes y se adaptan mejor es algo que permite encontrar las mejores opciones de cara a realizar políticas de reforestación adecuadas, no como estamos haciendo en muchos lugares de Europa.

Antes hablábamos de esa primavera lluviosa que alejó el fantasma de la sequía y que el verano estaba devolviéndonos a la realidad. Y las recientes restricciones en Galicia son una triste muestra de ello.

Imagen | José Sánchez Rodríguez y Rafael Palomo López

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La noticia

Pese a la sequía y el cambio climático, Andalucía es hoy más verde que en los 90. No es tan positivo como parece

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Alejandro Alcolea

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