En marzo de 2025, un pulso de energía tan potente como el que emite nuestro Sol en varios días golpeó la Tierra. Duró apenas unos milisegundos, pero su detección, y sobre todo, la localización de su origen, marcan un antes y un después de la astronomía moderna. Ahora un equipo de la Universidad de Northwestern ha logrado identificar el origen de la ráfaga de radio rápida (FRB) más brillante jamás registrada. Aunque todavía son muchas las preguntas que quedan por responder.

Qué es una ráfaga de radio rápida. Para entender la magnitud de este hallazgo primero hay que saber de lo que estamos hablando. Los propios astrónomos describen las FRB como un faro cósmico de inmenso poder que se enciende durante una fracción de segundo en un universo vasto y lejano. Estas señales son increíblemente energéticas y viajan durante millones de años luz hasta llegar a los telescopios de la Tierra.

Detectar una de estas ráfagas ya de por sí es un logro. Sin embargo, el verdadero desafío es responder a cuál es el origen de estas ráfagas de energía. Hasta ahora solo se habían podido localizar con precisión las FRB que se repetían, lo que daba a los científicos múltiples oportunidades para triangular la posición. Ahora lo han hecho con una sola señal.

Una «foto» con una precisión sin precedentes. La protagonista ha sido bautizada como FRB 20250316A que fue detectada el 16 de marzo de 2025. Para lograrlo, es donde la entra nuestra actual capacidad tecnológica. Gracias a una red de telescopios llamada CHIME Outrigger, los astrónomos pudieron localizar esta ráfaga de energía con una precisión asombrosa de 13 pársecs, lo que equivale a 42 años luz.

Si trasladamos esta medida al propio universo, podríamos hablar de que han sido capaces de señalar una casa concreta en una ciudad entera vista desde el espacio. Algo que marca precedentes, puesto es que la primera vez que se logra así para una ráfaga que aparentemente ha sido un evento único.

Un origen que estaba casi vacío. La dirección desde donde venía esta señal apuntaba a una galaxia espiral llamada NGC 4141. En ese momento, todos los grandes telescopios del mundo, desde el MMT en Arizona hasta el Keck en Hawái, se giraron para observar ese pequeño rincón del universo. Todos trataban de buscar alguna explicación a este suceso, pero lo que encontraron no les cuadraba para nada.

Y es que en el lugar exacto del estallido de esta señal no hay nada. Ni una estrella de neutrones supermagnética (un magnetar), ni una nebulosa, ni ninguna fuente de radio continua.

Un vecindario muy tranquilo. A la hora de mirar alrededor del punto que habían localizado los científicos, se podría llegar a pensar que habría algo espectacular. Pero nada más lejos de la realidad. Se vio que la señal no podía provenir de otro lugar cercano.

En concreto, la formación de estrellas más cercanas al punto localizado está a 190 pársecs de distancia. De esta manera, el origen se ubica en una región realmente tranquila del universo.

No ha habido más repeticiones del suceso. A pesar de buscar intensamente durante meses, la señal no ha vuelto a aparecer. Esto es clave. Muchas FRB son «repetidoras», emitiendo ráfagas de forma esporádica. Si esta lo fuera, dada su cercanía y potencia, ya deberíamos haber detectado pulsos más débiles. Los cálculos estadísticos son claros: la probabilidad de que sea una repetidora conocida y solo hayamos visto este pulso tan brillante es ínfima (con una tensión de más de 3.7σ, un nivel de certeza muy alto en física).

Qué pudo causar esta señal. Esta combinación de factores pone en jaque a las principales teorías sobre el origen de las FRB. La hipótesis más aceptada es que provienen de magnetares jóvenes, estrellas de neutrones con campos magnéticos increíblemente potentes. Estos objetos suelen nacer en regiones de formación estelar activa.

El hecho de que FRB 20250316A esté desplazado de su «cuna» podría significar que el magnetar es más viejo del o que se piensa (entre 200.000 y 3 millones de años) y se ha ido alejando. Sin embargo, esto choca con la vida activa que se les presupone a estos objetos.

El estudio también descarta otros escenarios, como estallidos de rayos gamma recientes. La «limpieza» del entorno y la falta de cualquier resplandor residual en radio o rayos X no encajan con los modelos de eventos cataclismos como la fusión de dos estrellas de neutrones, al menos no de forma inmediata.

El comienzo de una nueva era. Más allá del enigma del origen de esta señal en particular, este fenómeno marca un antes y un después en la astrología. La capacidad del sistema CHIME/FRB para localizar con esta precisión eventos únicos va a revolucionar el campo. Ya no será necesario esperar a que una fuente se repita para poder estudiarla en detalle.

Ahora, los astrónomos van a poder crear un mapa a gran escala de los entornos de cientos de FRB, permitiendo comparar las ráfagas únicas y las que se van repitiendo cada cierto tiempo. Quizás de esta manera descubramos que, después de todo, no todas las FRB nacen del mismo tipo de evento. Puede que estemos ante dos (o más) fenómenos distintos que producen el mismo tipo de señal.

El universo está plagado de misterios. Desde el cómo se formaron las estrellas hasta el cómo se formó el ‘Big Bang’, todavía siguen teniendo muchas intrigas para nuestros científicos. Esto hace que cada vez haya más frentes en la astronomía abiertos y también el campo del hardware para poner nuestros mejores  equipos apuntando al espacio con el objetivo de aumentar nuestro conocimiento.

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La noticia

Hemos detectado una misteriosa y potentísima señal de radio de una galaxia cercana. Y su origen es un completo enigma

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Xataka

por
José A. Lizana

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